4 de octubre de 2011

Mallas Cuánticas

Este artículo está dedicado a las corredoras del Club y en él me dispongo a desvelar uno de los secretos mejor guardados por los corredores y que explica el porque los hombres, en promedio, corren más deprisa que las mujeres. Esto ocurre, y hora es ya de decirlo, porque nosotros corremos con mallas cuánticas.

¿Qué son las mallas cuánticas, os preguntaréis? Pues os lo voy a explicar empezando por la parte teórica de los principios físicos que se aplican en la fabricación de estas mallas.

Coged un folio y dibujad dos puntos. ¿Cual es la distancia más corta entre los dos? Según Euclides, y considerando el mundo plano, sería una línea recta que los uniera. Pero el mundo no es plano. Disponemos de una tercera dimensión espacial a través de la cual podemos doblar el papel, hacer un agujero y reducir la distancia prácticamente a cero.


¿Veis que fácil? Pues bien, nosotros vivimos en un mundo de cuatro dimensiones: un continuo espacio-temporal con tres dimensiones espaciales más el tiempo. (Lo de continuo está en entredicho por las últimas teorías de cuerdas, pero no es el momento de enrollarse).

Siguiendo con el ejemplo anterior imaginad que existiera una quinta dimensión sobre la que doblar el espacio-tiempo. ¿Que ocurriría? Pues que doblando por el sitio adecuado y agujereando el espacio convenientemente podríamos tener un agujero con una entrada en las pistas y la salida en la Peña Hueva, a la que llegaríamos instantáneamente. Esto es lo que los físicos, con su gracejo habitual, llaman agujero de gusano.

¡Vaya método cómodo y rápido de viajar! Pues no. Existe una pega. A la vez que doblamos el espacio estamos doblando el tiempo, por lo que igual que salimos por un lugar distinto al que entramos, también la fecha y hora de salida habrá cambiado.

Volviendo al ejemplo. Entramos al agujero de gusano que tenemos preparado en las pistas de la Fuente de la Niña y al salir en la Peña Hueva nos encontramos con una cohorte de legionarios romanos. Una de dos: hemos retrocedido dos mil años en el tiempo y estamos en la época de Augusto, o sólo hemos retrocedido cincuenta y nos encontramos en pleno rodaje de Espartaco.

Y aquí topamos con el tan denostado principio de incertidumbre. Cuanto más exacto queramos que sea el punto de salida, menos información y más incertidumbre tendremos sobre el momento de la misma, y viceversa. Esto es así y ni Einstein pudo demostrar lo contrario por más que pensara que Dios no jugaba a los dados.


Así que una vez aclarados los efectos cuánticos que se producen en un agujero de gusano y las implicaciones espacio-temporales del principio de incertidumbre, podemos continuar.

No hace falta entender mucho de toros para ver en que lugar de la taleguilla lleva un torero las pilas del traje de luces pero, ¿en que lugar de las mallas llevan los corredores sus pilas?. A ver, fijaros bien.


¿Donde están?

Frío, frío.

¡Los corredores no llevan pilas! ¿A que ya os habíais fijado, sobre todos las chicas? Pues os engañabais. Si que tenemos pilas, incluso algunos de alto voltaje. Pero , y este es el secreto, las mallas que utilizamos tienen propiedades cuánticas y van provistas de una entrada a un agujero de gusano justo en la parte de la entrepierna, donde se alojan cómodamente las susodichas pilas por motivos estéticos y aerodinámicos. Hasta aquí todo parece claro, pero queda una cuestión muy peliaguda. Todo agujero de gusano tiene una entrada y una salida. Pues bien: ¿donde está la salida? Para adivinarlo basta recordar lo que ocurre al finalizar cualquier carrera. Los corredores van llegando a meta y ¿en que postura se quedan? La mayoría de pie y algunos tumbados sobre la espalda, ¡pero no veréis a ninguno sentado! ¿Porqué? Porque ahí, un poquito más abajo de donde termina la espalda, se encuentra la salida del agujero de gusano. Y eso conlleva un grave riesgo.

Un aumento fuerte y repentino de la presión en la zona de salida del gusano podría ocasionar la implosión de este, con la subsiguiente formación de un agujero negro que haciendo ventosilla llegaría a absorber al propio portador de las mallas que desaparecería en una nada cuántica donde no existe ni el espacio ni el tiempo.


Pero, me diréis, bastaría sentarse suavemente para poder hacerlo sin riesgo. Pues no. Y aquí aparece de nuevo el principio de incertidumbre. Sabemos cuando metimos las pilas por la entrada del agujero de gusano, pero no tenemos ni idea de cuando aparecerán por la salida. Es una total incógnita que pesa como una espada de Damocles sobre una de las partes más sensibles de la anatomía del corredor. Imagínate que te sientas y entonces aparecen las pilas de repente. ¿Qué pasaría? Lo dejo a vuestra imaginación, pero os aseguro que es muy doloroso.

Por eso la mayoría permanece de pié, con la confianza de que en caso de aparecer, las mallas cederán, que para eso son elásticas. De hecho los corredores de verdadero pelo en pecho suelen llevar las mallas holgadas, de una o dos tallas más de la que necesitan, por un por si acaso. El mejor ejemplo lo tenéis en Duri, que lleva mallas de pata de elefante acampanadas, intentando por todos los medios cumplir con la promesa de fidelidad que le hizo a Maite.

Ya sé lo que os estáis preguntando. ¿Que tiene que ver todo esto con el ritmo de carrera de hombres y mujeres? Pues está muy claro si habéis entendido las implicaciones físicas y éticas del principio de incertidumbre. El hombre corre más rápido para poder llegar pronto al vestuario y quitarse las mallas antes de que aparezcan las pilas. Sencillamente. Y las mujeres no tienen ese problema. Obviamente. Así que caso resuelto.

Aunque pensándolo bien, resuelto, lo que se dice resuelto no es que esté. Meditad un poco sobre las consecuencias del salto cuántico al atravesar las pilas el agujero de gusano. ¿Qué pasaría si estas viajaran hacia atrás en el tiempo? Por poner un ejemplo: ayer me quedé mirando durante un rato la exposición de mallas de Decathlon y empecé a ver aparecer y desaparecer pilas de las prendas sin estrenar, se supone que pertenecientes a los futuros compradores ….

Joder, que asco. Este invierno correré con chandal de algodón.

ÚLTIMAS NOTICIAS: En los mentideros de Madrid se comenta la existencia de un mercado negro de mallas cuánticas usadas, que alcanzan altos precios entre al colectivo gay de Chueca y en la Asociación de Amas de casa del Distrito del Retiro. Hay que reconocer que las implicaciones de la mecánica cuántica en la vida cotidiana son inconmensurables. Cuanto más medito sobre ellas más sobrecogido estoy. A partir de ahora, cuando unas mallas se me hagan viejas las quemaré. ¡Pero que digo! ¿Y si aparecen las pilas durante la combustión?

No hay comentarios:

Publicar un comentario